Donovan.

Esta se levanta acariciando la zona de donde le retiraron la aguja, mientras toma la campera y sale por la puerta con una mueca que me hace torcer los ojos.

—No— manifiesto ante lo que seguramente quiere pedir.

—No sabes qué quiero— se queja.

—Hay antecedentes que te ponen como un grano en el culo— suelto encaminándome al ascensor.

—Eres imposible— pasa primero al abrirse las puertas—. Aunque no te interese, sólo quería decir que me gustaría que nos acompañes a Kilian y a mi a comer.

—¿El elefante rostizado que pediste? Dijiste que con eso no necesitas ayuda— hace mala cara. —Además, tengo cosas mucho más importantes por hacer que quedarme a escuchar el mundo fantasioso del que hablan los dos.

—Eres un patán, no sé ni para que te intento incluir en planes de mis hijos y yo— se cruza de brazos cuál niña.

Me convenzo de que esas actitudes resaltan más cuando carga un caprichoso en las entrañas. Fue así con Kilian y hasta ahora, esas conversaciones de hace años toman senti