Tomé unos analgésicos, y las niñas se quedaron haciéndome compañía junto con Gabriel y Esteban. Su rostro me resulta muy familiar, y creo que a él le ocurre lo mismo por la forma en que me mira.
— Esteban, puedes ir yendo —le dice Gabriel.
— ¿Me estás corriendo? Me quedaré aquí hasta que regrese Ivana o Rubí me corra —responde Esteban con su típico humor.
— Debería irme a casa —les digo, aunque sé que nadie me dejará ir tan fácilmente.
— Ni lo sueñes, Rubí. Te quedarás aquí al menos hasta mañana —me advierte Gabriel con tono decidido.
— Llamé a papá y no tarda en venir —nos hace saber Emma, preocupada por mi estado.
— No debiste, Emma. Estoy perfecta —intenté levantarme, pero mis piernas no me obedecieron y me tambaleé.
Esteban carcajea con suficiencia, disfrutando de mi pequeña derrota.
[...]
— Mi pequeña —sentí unos besos en mis labios y los seguí mientras abría los ojos.
Sé perfectamente que es él porque puedo inhalar su aroma y solo él me llama "Pequeña". Además, nadie me besa com