Epílogo

Desde aquel mediodía, mi bisabuelo no ha sido el mismo, su rostro se ha vuelto más tristón, casi no nos regala sonrisas y tampoco habla en exceso. Casi todo lo que dice son frases cortas y vuelve a su silencio.

Solo los que estábamos en palacio fuimos al velatorio y a cementerio. Queríamos hacerlo en "familia" y que no hubieran muchas personas.

Pasaron los días, los meses y Cibor seguía completamente igual, ahora no solo es que no hablara, se negaba a comer.

Al principio le dejábamos tranquilo, pero poco a poco estaba quedándose más delgado y así no podía seguir, así que mi madre lo "obligó" a comer. Solamente le decía: "te dejare el plato aquí, come". Al princ

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