-Buenas noches, princesita-
Luego de lo de hoy a la mañana no lo había visto hasta la hora de la cena, pero al parecer seguía con ánimos de burlarse de mí.
-¿Por qué me llamas así?- me dí media vuelta y caminé hacia él con molestia.
Alzó sus cejas al ver mi respuesta, sin embargo se veía bastante complacido por mi reacción.
-Se puede ver a leguas que no vienes de una familia cualquiera- soltó como si nada.
Mi corazón se aceleró y todo mi cuerpo se tensó.
-No me conoces- contesté, aunque más que una afirmación parecía ser una pregunta.