Capítulo 23

-¿Qué estás haciendo aquí?- dije sorprendida deteniendo mis pasos. 

Máximo se volteó en cuanto escuchó mi voz y observé sus manos: sostenía mi dibujo, su retrato.

Mierda, no.

Me acerqué molesta, aunque en realidad lo que sentía era vergüenza, y lo arrebaté de sus dedos. Lo dejé nuevamente en el escritorio, junto a la manzana que había mordido.

Lo observé fijamente y noté que estaba asombrado. Y cómo no, había descubierto que él era mi inspiración. 

-¿Qué haces aquí Máximo?- ins

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