Capítulo XLIII
El final. Parte XXV
Mientras que la noche se asentaba, ahora tenían por seguro, que la luz del diamante reflejaba la luz del sol o de la luna, dependiendo de la hora del día que fuera en las afueras del castillo, ya no tenían duda alguna de que la magia dejada por el joven mago era enorme.
Mientras se preparaban para echarse una siesta, nuevamente habló la voz del unicornio, pero esta vez era mucho más potente, que daba más un aire de inquietud que tranquilizador de aquel que dio unos minutos atrás:
- Escuchadme, dentro de pocos la señales de la batalla estarán sobre ustedes, el joven mago dejó muchas cosas a su favor, si no logran ganar esta batalla, es porque como les he dicho, aquel que debía de alzar su espada no lo hizo, y estas son las consecuencias de no luchar en el momento indicado, ninguna persona consciente de las cosas que debe de hacer va a deja