Victoria
Estocolmo, Suecia.
Después de saber que George tendría más tiempo, mi cabeza era una revolución, quería hacer tantas cosas para poder disfrutarlas junto a él y a nuestra hija. Hoy partiríamos hacia New York, nos quedaríamos en su casa por una temporada en lo que encontrábamos una casa para nosotros.
— ¿Mamá?—dijo Elizabeth subiendo a la cama a lado de nuestra maleta.
—Dime, cariño. —contesté mientras doblé un conjunto de ropa.
— ¿Por qué mi tía Marie estará llorando?—detuve lo que estaba haciendo y arrugué mi ceño.
— ¿En dónde?—pregunté.
—En el baño de su habitación, iba a tocar para preguntarle que tenía, pero estaba llorando muy fuerte.
—Oh, —miré a mi hija. — ¿Y tu padre?
—Lo vi en la sala de la televisión al teléfono. —asentí lentamente pensando si ir directamente hacia Marie o ir a preguntarle a George que era lo que estaba pasando.
—Iré a ver a tu tía Marie, sigue doblando la ropa, toda esta parte acomódala aquí a lado. —le indiqué para entretenerla y sa