Lucía Navarro
Después de regar las plantas, preparo el café mientras Olga, la señora del servicio plancha unas ropas.
Vierto el líquido en una hermosa cafetera, coloco la azucarera y dos tazas extra por si sus hijos están aquí.
—Aquí está su café —digo a la señora Lombardi entrando al estudio.
—Pasa mi niña —dice dejando a un lado el libro.
—Gracias —digo dejando la bandeja en la mesa pequeña que está a su lado.
—Quédate a tomar el café ¿o ya debes irte? —pregunta mirando el reloj.
—Aún me quedan 40 minutos —digo acercándome a pasos lentos.
—Toma asiento —dice sirviendome una taza de café. Se sirve el de ella y disgusta con alegría —Éste café lo hiciste, ya conozco los de Olga —dice riendo.
—Efectivamente —digo dando un sorbo.
—Cuéntame de ti...
—T