Sacudí la cabeza, aturdida. ¿Por qué nada podía ser normal en mi vida? ¿Por qué, habiendo tantos hombres en el mundo, me había enamorado de Catriel Levi Mallet?
- Todos me habían traicionado... - Sentí las lágrimas correr por mi rostro, mezcladas con el goteo del agua de la piscina - Pero lo peor no es que te engañen, "Cat" - mencioné su nombre, saboreando la sensación de poder llamarlo de esa forma más íntima, dejando escapar una sonrisa satisfecha, aunque sabía que era la última - Lo peor es que me engañen las personas que más amé.
- Aimê, por favor, no es como piensas...
- No quiero sufrir más por ti, Catriel, sin importar la razón. Puede que Alpemburgo no me merezca... pero el príncipe heredero del País del Mar me merece aún menos.
- Te amo... - Su voz sonaba débil.
Sentí un dolor agudo en la cabeza y la luz pareció atenuarse y luego encenderse y apagarse.
- ¿Ves... ¿Ves eso? - pregunté, intentando concentrarme en el brillo de las lámparas.
- Eso... ¿Qué? - Catriel intentó seguir