En cuanto me hubo envuelto el pelo húmedo con la toalla, cogí otra y me sequé el cuerpo, luego me puse la bata suave y cómoda que me habían dado y, por último, las bragas.
Me di cuenta de que, aunque acababa de salir del baño, seguía llorando sin darme cuenta.
Llegué al dormitorio y había una taza humeante de café puro junto a la cama.
- Bébetelo todo. No lleva azúcar, pero es a propósito. Te pondrá sobrio.
No discutí. Me senté en la cama y me bebí el café cargado, haciendo una mueca. La miré:
- I... Me doy cuenta de lo que he hecho... - admití.
Odette cogió su móvil y deslizó los dedos por él, luego me miró:
- De momento no hay nada en los medios. Será mejor que descanses, Aimê. Mañana te espera un largo día.
- I... No fue mi intención. ¿Y por qué mierda estaba Donatello en el parque, observándome, sacando fotos sin permiso?
- Nunca te culparán y lo sabes. Tienes que pensar en una defensa. ¿Llamamos ya a un abogado?
- ¡No! Primero tengo que hablar con mis padres... - He mirado e