El sonido de sus pasos apresurados se acercaba cada vez más al lugar donde se haría el examen. Benjamín pasó frente a la habitación de Adam, estirando el cuello y observando al niño tumbado en la camilla, tan frágil.
Él deseó que no fuera demasiado tarde, que el examen que estaba a punto de hacerse diera positivo y salvara la vida del hijo que apenas conocía. Su pecho se llenó de emoción cuando finalmente entendió lo que sucedía.
Ahora tenía un hijo, el heredero que tanto había deseado con la mujer que abandonó en el altar. Desvió la mirada hacia Antonela, que caminaba a su lado silenciosamente.
Antonela se quedó observándolo entrar en la sala donde se haría el examen y desaparecer. No tenía a nadie que la apoyara en aquel momento en que sus sentimientos estaban tan a flor de piel. Sintió que sus piernas flaqueaban cuando finalmente se vio sola. Pero se sintió obligada a quedarse allí, esperando que él saliera, para solo así seguir adelante.
Se acomodó en el incómodo banco de madera.