Legna es la primera en querer deshacerse de la barrera entre la piel y la ropa, razón por la que le quita la camiseta de algodón y la tira en el piso, acto seguido, procede a besarlo y morderlo en todo el torso, con gruñidos y ronroneos desesperados. Le encanta la firmeza y definición de sus músculos, esos que lo hacen ver tan varonil y sexi.
Dylan se muerde el labio inferior como respuesta al ataque de su mate, entonces decide que él también quiere disfrutar de la piel suave y delicada de la chica. No obstante, él prefiere romperle el vestido con sus manos, lo mismo hace con la ropa interior, dejándola expuesta a sus ojos fieros y cargados de deseo.
Ser observada de esa manera salvaje y llena de fascinación hace sentir a Legna poderosa y la excita aún más.
—Ven aquí, lobito —dice ella, y lo jala por el cuello hacia sí.
Dylan sonríe coqueto antes de devorarle los labios, morderle el cuello y acariciar los pechos de los que nunca se sacia. Es que todo en ella le es adictivo y lo tiene