31. No eres su hija
Dorian
Estaba impaciente esperando que Anais regresara, porque estaba seguro que ella volvería a mi habitación, sentía que había pasado una eternidad desde que se fue, estaba dispuesto a ir a buscarla pata verificar que todo estuviera bien, cuando ella abrió la puerta, entro velozmente y la cerró, traía un bolso con un poco de ropa en sus manos y sonreía como una niña que acaba de hacer una travesura, me acerque a ella.
—¿Qué sucedió? ¿Por que entras así? —pregunté y ella solo sonreía.
—Bueno… es que Xavier venia tras de mi, pero creo que no podia caminar muy bien —dijo sonriente.
—¿Qué hiciste nena?...
—Solo le pateé las bolas, quiso besarme a la fuerza quería convencerme con un beso, y luego tome un poco de ropa y salí casi corriendo —sonreía orgullosa.
—No pierdes el toque ¿no?.
—Eso jamás, mantuve cautiva a una Anais solo para ser una esposa perfecta ¿y que me gane? Pues que me pusieran tremendos cuernos y en mi propia cara —suspiro y camino hasta la cama, se tiro de espa