Isabel se queda en silencio por un momento, supongo que tratando de asimilar lo que le acabo de pedir. Tal vez piensa que es una broma mía o que le estoy poniendo alguna prueba pero no, lo deseo, el deseo de sentir sus labios ha ido creciendo poco a poco desde que la conocí por primera vez. Surgió por la manera en cómo se quita el azúcar y el chocolate con suaves movimientos con la lengua, esa sonrisa sincera que me da, cómo se muerde el labio inferior cuando piensa o trata de decidir algo, la manera en qué habla o se expresa, las palabras que dice. Ella no lo sabe pero es de su boca de la que estoy enamorado.
La abrazo un poco más cerca a mi, el calor de nuestro cuerpos crece por la proximidad y ella me sigue observando atenta esperando algún tipo de reacción o cambio de opinión de mi parte, pero no lo ha
Después del beso, una atmósfera única se formó entre los dos. Ésta era más íntima pero sin sobre pasar los límites de la amistad que poco a poco habíamos formado así que, tomados de la mano caminamos por París, a pesar de que la nieve caía con mucho más fuerza de lo normal, lo que nos llevó a refugiarnos en el restaurante donde yo solía ir con Nadine cuando era más joven.Pensé que tan solo entrar al restaurante un ataque de pánico alteraría todos mis sentidos, pero no fue así, sólo observé con detenimiento la estructura del lugar, la decoración y el mesero nos llevó a una mesa que yacía cerca de la ventana para poder seguir viendo el paisaje, por lo que comprendí una cosa, el miedo, el pánico y
Llegué rendido del viaje a París, por lo que después de dejar a Isabel en su piso me fui al mío y sin pensarlo mucho llegué a la cama. Esta vez no hubieron rutinas antes de dormir, simplemente me dejé llevar por el cansancio y caí sobre el colchón dejando que mi cuerpo se relajara.Caí en un profundo sueño, del cual, está vez, formó parte la bella Isabel y ese beso que yo le pedí porque sentía un deseo profundo de probar esos labios tan tersos y carnosos que tiene. Después regresé a la Torre Eiffel, donde vi París desde otros ojos, unos que poco a poco van despertando y me van regresando al mundo real sacándome del infierno donde yo había establecido mi hogar y que ahora, poco a poco, me sube al paraíso que se refleja en sus ojos, esos brillantes e intensos ojos que me hipnotizan, con esa mirada intensa que no puedo sacar de mi ment
Llegué al pequeño piso de Isa con una jarra de chocolate caliente que Vivianne me hizo el favor de pedir en elcafé Du laitde la boquera y menos de cuatro años de peso en mí. Toqué el timbre dos veces pero no hubo respuesta, hasta que se me ocurrió tocar con la jarra la pequeña reja que había y unos segundo después Isa abrió la puerta con una sonrisa.―Lo siento, el timbre no sirve.― Me dice apenada. Abrió la puerta y la vi con una playera blanca y pantalones de mezclilla y el pelo amarrado hacia arriba. Ahora un olor a lavanda me llena de energía. ―Pasa, pasa...― me invita y entro para ver el pequeño lugar lleno de cajas.―¿Te mudarás?―Sí, este se ha vuelto mi cocina, no mi hogar, así que he conseguido un cuarto en el edificio de atrás, lo compartiré con dos chicas.― Comenta.
Llego a mi oficina y el olor al desayuno de Isa llega a mi «¿Será pan? » Pienso de inmediato mientras me instalo en mi escritorio. De pronto veo sobre el teclado el periódico del día de hoy.―¡Vivianne! ― Le llamo y ella entra de inmediato― ¿Qué es esto?―Vaya a la página principal de sociales.― Comenta con un hilo de voz.Tomo el periódico y veo que dice en la primera plana "El Empresario del corazón roto, parece que ha vuelto a amar",acompañado de fotos de Isabel y yo en París.―¿Qué significa esto?― Pregunto un poco molesto.―No sé señor, nos llegó a la empresa hoy por la mañana, parece ser que alguien los vio en su viaje de fin de semana.―Nadie sabía que me iría a Paris... ¿cómo lo supieron?―Señor, no es que sea una pe
― ¿Qué es lo que soy en tu vida Quentin Valois? ― Me preguntó Isabel mientras me ve a los ojos y trataba de averiguar en ellos lo que él estaba pesando.― No lo hago por presionar.― Continuó.― Lo hago porque nuestros mundos son muy diferentes Quentin. Tú tomas un avión y mañana estás escuchado Ópera en el MET, pero yo, sólo soy una mujer que se gana la vida cocinando y se divierte yendo al mercado de la boquera. Hoy, te confieso, fue muy impactante recibir llamadas de personas preguntándome cosas que no tenía ni idea de qué contestar y fue... abrumador, por eso necesito saber en qué tipo de suelo estoy parada para ver donde me muevo.― Explicó.Me encanta el carácter de Isabel, no sólo es bonita y atractiva, si no que éste es fuerte y único. Le gusta saber qué pasa a su alrededor, cómo moverse y a qué se est&aacut
Después de pasar una tarde de compras con Isabel, he regresado a mi piso con más ropa de la que planeaba, más accesorios, zapatos y otras cosas que ya que no sólo escogió para el viaje a las montañas que tendremos en poco tiempo, sino para el día a día ropa, "casual" y estilo "sensual" como ella me lo dijo.Entro a mi piso y las luces se prenden inmediatamente con el sensor, entro inmediatamente a mi habitación para vaciar las bolsas y ver toda la ropa que ahora traigo, colores entre rojo, café tierra, negro, azul marino, pantalones de mezclilla que debo confesar hace años no usaba, suéteres con todo tipo de cuellos y botones, zapatos cómodos, abrigos y uno que otro gorro de tela para el frío es lo que ahora tengo aquí. Los veo un momento y tomo una y me la mido sobre el cuerpo, finalmente, si me compré esa camisa de lana tipo "lumbersex" no porque me haya gus
Maleta lista, pendientes hechos, instrucciones dadas. He dejado todo preparado para por primera vez en cuatro años hacer un viaje en fiestas decembrinas. En mi maleta sólo llevo ropa comprada exclusivamente para esta ocasión, olvidándome de los trajes y la formalidad para darle una oportunidad a este nuevo estilo casual -sensual que Isabel a escogido para mi.Salgo de mi habitación con la maleta a cuestas y el chofer en seguida me la pide para irla bajando al auto mientras me acomodo el abrigo de invierno con piel sintética a la altura del cuello. Me reviso frente al espejo y debo admitir que Isa tiene razón, me veo de mi edad. Me siento bien, me veo bien, los cambios que voy a haciendo me están devolviendo al Quentin de antes, ese hombre caballeroso, seductor y simpático que siempre había sido. Me acomodo el cabello con las manos y luego volteo a ver a Nora que me está esperando.―Que tengas
Isabel toca la puerta de madera de la cabaña, se arregla el cabello nerviosa y momentos después un pequeño de cabello rizado medio largo abre la puerta y nos sonríe.―¡Isa! ― Grita y ella inmediatamente se suelta de mi mano y hacia él para cargarlo y hacerle cosquillas en el estómago.―¡Pero qué grande estás! ― Le dice emocionada― ¡Y qué pesado!―Son las galletas.― Contesta feliz.―¿Entonces haz comido muchas? Para ya no hacerte más.―No, sí hazme.― Contesta el niño emocionado.Isa voltea a mi con el niño en brazos y me presenta.― Thomas, él es Quentin. Salúdalo.Ella lo baja al suelo y el niño camina hacia mí y estira la mano.― Hola, soy Thomas Osher.― Comenta propio.―Hola Thomas, soy Quentin.―Que nombre tan cool ¿crees que pueda llamarme Quentin cuando crezca? ― Me pre