Logan tiene algo que acelera mi pulso, que me hace ir más allá, sentirme más segura de mí misma y más competitiva de lo que ya soy. Y casi siempre que me siento de esta manera por él, es porque me está provocando, aunque él no lo sepa y es que las ganas de llevarle la contraria son gigantes.
Pongo mis manos sobre la mesa y me levanto de mi asiento lentamente.
—No. —Se tensa aún más en su puesto, sus dos manos convirtiéndose en puños sobre su mesa—. No me provoques, Dylan.
Volteo para verlo directo a los ojos. —Tú me provocaste primero, niño bonito.
Mi tono está cargado de malicia y arrogancia mientras mis dedos se deslizan por la mesa y le sonrío de manera “inocente”, pestañeando repetidamente para fastidiarlo y me volteo en dirección a los extranjeros.
—Hola, chicos.
Ahora que lo pienso, me siento estúpida…, muy estúpida. He venido a saludar a los dos chicos con los que prometí una cita y nunca fue y que, para rematar, les negué visitarme cuando ellos preguntaron insistentemente. Soy