El almuerzo

–Las pizzas estuvieron magníficas –mencionó Regina –. Espero que no te moleste, pero los del orfanato quedaron fascinados y les dí tu número por si quieren contratarte. 

–Te agradezco Regina –sonreí. 

–Tal vez puedas hacerme unas para el cumpleaños de Keith –propuso. 

–Por supuesto, me confirmas.

–¡Gracias Rebecca! 

Yo estaba muerta del cansancio, ayer después de que llegó el Tray terminó demasiado rápido y me quedó demasiado tiempo libre así que decidí atender a otros clientes que pudieran pagar mi precio por supuesto, quería ir a descansar a casa y lo último que necesitaba es que me llamarán de un orfanato pidiendo que donará pizzas, lamentaba mucho la situación de esos niños, pero yo no era una rica cómo les hacía creer a todos y esa era la razón por las que había evitado a esas mamás todo esté tiempo, eran adineradas, pero tacañas, seguramente querían que les hiciera las pizzas gratis para los cumpleaños de sus hijos. 

Mientras tanto, en el club me había ido bastante bien, tenía una buena racha y debía aprovecharla, finalmente pude hacer esas reparaciones que le hacían falta a la casa desde hace unos meses y el resto del dinero lo ahorre, ya era hora de que empezará a pensar en otra cosa, mamá estaba mejor y los chicos aunque seguían pidiendo cosas caras comenzaban a darse cuenta que no todo era dinero, bueno, en realidad no lo hacían, pero ya no los consentía tanto y les dí la tarea de trabajar por lo que querían, así valorarán sus cosas, a Angelo ya le había cambiado sus videojuegos tres veces en el año porque lo terminaba destruyendo en un ataque de irá por no pasar un nivel. 

–¡Mamá! ¡Me voy a dormir! 

–Hija, llamé al doctor Spencer. 

Me alerte en cuanto me dijo eso, él dijo que si ella se sentía mal la llevará al hospital. 

–¿Te duele algo? ¿Te sientes mal? –dudé –. Vamos al hospital ahora mismo. 

–No, Rebecca –respondió. 

–¿Entonces? ¿Para qué lo llamaste? 

–Le pedí que viniera a comer a la casa. 

–¡A comer! –pronuncié –. Mamá, no puedes invitar a hombres a la casa, mucho menos al doctor Spencer, mira que por la noche tengo que ir a trabajar y los chicos se volverán locos al verlo aquí. 

–Por eso le dije que a almorzar y le diremos a los chicos que es un agradecimiento por haberme atendido, Alice lo conoce bien. 

–Esa amabilidad no te la crees ni tú –la señalé –. ¿Cuándo viene? 

–Hoy. 

–¡Hoy! ¡Mamá! 

–Prepararé lasaña, yo la haré, tú ve a descansar. 

–¿Cómo voy a descansar? Un médico vendrá a mi casa –reclamé. 

Mamá hizo la lasaña más deliciosa que le haya salido, no había necesidad que exagerará, yo me la pasé limpiando hasta la entrada de la casa, se me espantó el sueño solo de pensar que el doctor vendría aquí, aún tenía que ir por los chicos y contarles lo que mamá hizo, espero que Angelo se comporte, ya me dolía la cabeza de tanto pensar. 

Mamá solo dijo que lo había invitado a un almuerzo y que le había dado la dirección, pero que no habían especificado la hora, cuando salí de casa él no había llegado. 

–¡Regresa lo más pronto posible! –me gritó mamá –. No queremos hacerlo esperar. 

Fui por mis hijos al colegio, Angelo como siempre venía emocionado y Alice con cara de me quiero morir, entraron al auto y antes de que alguna mamá me pudiera atrapar conduje para salir de ahí, mi táctica de que no te escuché siempre funcionaba. 

–El doctor Spencer llegará a comer está tarde. 

Lo dije sin anestesia, no sabía de qué otra forma hacerlo, tampoco quería adornarlo mucho o darle demasiada importancia o sospecharan del plan de mamá. 

–Por eso llevas lápiz labial –señaló Alice con una sonrisa. 

–¿En serio? –intenté parecer distraída porque si me había puesto algo de maquillaje para no parecer una mamá loca –. Me lo coloque desde temprano porque me veía fatal y no se ha borrado. 

–¿Por qué va a ir ese médico a la casa? –preguntó Angelo –. Mejor pídele a papá que regrese, tal vez venga el fin de semana. 

–Cariño, tu padre está ocupado –le recordé –. Y fue su abuela quien invitó al doctor Spencer para agradecerle su atención, yo no tuve nada que ver. 

–Pero la abuela lo detesta –comentó Alice. 

–No lo sé –respondí –. Cuando lleguemos preguntale a la abuela eso. 

Ya no dijeron nada más, seguí manteniendo mi semblante sereno y descuidado, no iba a hacer notar mis nervios. 

Cuando llegamos a la casa el doctor Spencer ya se encontraba en la sala hablando con mamá hasta este momento me dí cuenta que ella había dejado su italiano de lado con tal de conseguirme un hombre, ¿tan mal estaba yo? 

–Buenas tardes, doctor Spencer –saludé –. Ya conoce a mis hijos, Alice y Angelo. 

–Por favor dígame Michael, no estamos en el consultorio –sonrió –. Hola Alice y Angelo.

–Hola doctor Spencer –saludó Alice muy educada, pero Angelo no hizo lo ignoró y subió a su habitación. 

–¡Angelo! ¡Tienes que saludar! –exigí, pero el niño era un terco y me ignoró. 

–No te preocupes –comentó el doctor Spencer –. Supongo que fue una sorpresa encontrarme aquí. 

–Si lo fue –dijo Alice –. Apenas mamá nos dijo en el auto. 

–¿Desea vino? –preguntó mamá. 

–Será mejor que almorcemos mamá –le propuse –. Los chicos traen hambre. 

Fuimos al comedor, le pedí a mamá que se quedará sentada, pero fue inutil, así que entre las tres todo se sirvió más rápido, mamá se las arregló para que tomará lugar al lado del doctor, le grité a Angelo desde las escaleras que había lasaña y no tardó nada en bajar a comer, pero tenía un gesto malhumorado y miraba al doctor con enojo. 

–Come –le ordené señalando su plato. 

–Quería esperar a papá –dijo como si su padre hubiera ido a trabajar cerca y podía volver en cualquier momento. 

–Papá no ha aparecido en tres años –respondió Alice –. No sea idiota. 

–¡Niños! –les advertí, luego intenté disimular con el doctor Spencer –. Espero que no tenga ninguna alergia o qué sea intolerante a la lactosa, eso sería una pena. 

Me di cuenta de mi tontería, pero él no le dio importancia. 

–No lo soy. 

–¿Y usted en qué trabaja? –preguntó Angelo muy formal. 

–Soy oncólogo –contestó el médico como si fuera algo natural –. Tu abuela llegó conmigo en varias ocasiones, ¿se ha hecho las pruebas? 

–Si –sonrió mamá –. Pero no hablemos de trabajo o enfermedades ahora –comentó –. Preferiría disfrutar la cena. 

Todo volvió a ser un silencio incómodo, yo comí lo más rápido posible y el sueño me entró demasiado pesado, debí ir a dormir aunque sea un poco antes, estaba agotada. Mamá intentaba mantener la conversación entre los adultos, nunca la escuché hablar tanto, finalmente cuando estábamos por terminar Angelo habló.

–Ser doctor debe ser ocupadísimo, seguramente no tiene de nada. 

–Es bastante difícil –aseguró el médico –. Pero vale la pena cuando un paciente mejora, como tu abuela, ahora te puede seguir haciendo lasaña –sonrió. 

Angelo no lo hizo. 

–Yo quiero mucho a mi abuela no solo por la lasaña –exclamó –. Y papá está trabajando, nos manda regalos y dinero, así que no se haga ilusiones con mi mamá. 

–¡Angelo! 

No me hizo caso a mi llamado y salió hacía su habitación. 

–Buen provecho, permiso –murmuró Alice –. Fue un gusto verlo doctor Spencer. 

Ella fue detrás de su hermano, ahora Angelo está molestó y no va a querer abrirme la puerta, solo se la abré a su hermana, regrese al comedor, mamá se levantó con discreción para ir por algo a la cocina que no había nada.

 –Disculpe a mi hijo –le pedí –. Suele ser un poco sobreprotector. 

–Será mejor que me vaya –anunció –. Tengo pacientes que atender. 

Se despidió de mamá y lo acompañé a la puerta.

–Todo estuvo delicioso, les agradezco. 

–Fue mamá quien lo hizo –confesé –. Gracias por venir, doctor Spencer y disculpe nuevamente la escena de mi hijo. 

–¿Es cierto eso? 

–¿Qué? 

–Lo de su padre. 

–Ah no –respondí –. Él sí está lejos, pero no trabajando, él se fue con una chica de veinte –sonreí nerviosa –. Así que, no creo que vuelva y tampoco lo quiero de regreso. 

–Ellos aún no lo saben. 

–Son niños –comenté –. Lo sabrán cuando sean mayores y ya ellos tomarán la decisión de buscarlo o no. 

–Me parece muy admirable de su parte al protegerlos de esa manera. 

–Es mi propósito. 

–El almuerzo estuvo muy delicioso, tal vez otro dia pueda invitarla a una cena. 

–Le agradezco mucho, doctor Spencer, pero esto fue de parte de mi madre y ella hizo todo, si alguien merece la invitación es ella. 

No hubo necesidad de darle alguna otra explicación, él entendió mi amable rechazo y lo aceptó al despedirse. 

Subí las escaleras y me detuve cerca de la habitación de Angelo, escuché la voz de él. 

–Se molestará si ve a otro hombre aquí. 

–Papá no volverá, Angelo –dijo Alice –. No es justo para mamá, dejala que quier a alguien más. 

–No es cierto, papá volverá o no nos mandaría los regalos. 

–No lo hace, es mamá, eres más tonto de lo que aparentas. 

–¿Cómo sabes que es mamá? 

–Porque un día encontre el recibo en la caja de medicinas, no seas tonto, papá no volverá. 

Tenía ganas de entrar para decirle que dejará de decirle cosas tan hirientes a su hermano, pero tenía que responder las preguntas que me hicieran y volvería  mentirles, Alice ya lo sabía, aunque era posible que ella tuviera un vago recuerdo de la situación, ya tenía edad para recordar cuando los problemas empezaron con Brendan y al final lo encontré con esa mujer, eso ya no me importaba, ahora tenía que pensar en que iba a hacer con mis hijos.

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