Isabela
A la mañana siguiente no sé si se robaron una floristería o qué, pero la habitación está llena de flores, tarjetas y canastas. Veo a Sergio, está a mi lado, sosteniéndome la mano y mi papá está sentado leyendo el periódico. Le saludo a lo lejos y él sonríe antes de acercarse y darme un beso en la frente.
—¿Por qué eres tan testaruda?
—No sé... así me hiciste —Bromeo y él me pregunta si tengo hambre o dolor.
—No tengo nada papá, lo que sea que dan está buenísimo.
—Son drogas de buena calidad.—Le da un golpe en la cabeza a Sergio. —Estás estorbando.
—¿Te duele algo, estás bien? —pregunta y sonrío.
—No me duele demasiado y estoy bien.
—Sergio tienes que ir a trabajar.
—No.
—Claro que sí, Sergio —respondo. —A ver yo tengo una familia. Estoy grandecita y tengo dinero. Me contrato una niñera y se van o me quedo aquí en paz internada.
Mi papá y Sergio se rehúsan ante la idea y les digo que estoy bien, le pido a Sergio que deje de darse con un mazo porque me enfermara y a m