-¡Ahhh!- gritó Helena, cerrando los ojos con fuerza cuando sintió la contracción.
-¡Respira profundo Helena ya casi llegamos al hospital!- suplicó David, aún más nervioso que ella.
La joven obedeció y respiró profundo varias veces tratando de calmarse.
¡Pero es que su niña nacería en cualquier momento!
-¡Acelera David acelera! ¡No quiero que nazca aquí!- sollozó como la madre primeriza que era.
Helena estaba asustada, había tratado de no pensar mucho en este día, porque cada vez que lo hacía un miedo la invadía, nunca había tenido una madre que le contara todo lo necesario que debía saber del embarazo y del parto y tampoco de la crianza, así que simplemente estaba dejándose llevar por el instinto.
Agradecía a David por haber hecho el papel de “Padre” lo mejor que pudo, aunque la pelirroja no pudo evitar sentir angustia al saber que estaría sola de ahora en más.
“Por un momento pensé que realmente Sebastián sería el padre de mi niña” Pensó con angustia, pero el pensamiento intrusivo rá