Me sentía impotente en esos momentos de saber que Georgia estaba a tan solo centímetros de hacerme daño, no solo a mi, sino a mi bebé, sollozaba en esa cama sin poder moverme de mi posición aunque lo intentase no había nada que pudiera hacer para que salvara mi hijo.
Temor, miedo y horror. Todo eso se había juntado en mi, tenía miedo de mi hermana. No sabía que hacer más que rezar para que nada pasara.
- Georgia por favor no lo hagas te lo pido – lloro tratando de que se arrepienta.
- ¡Cállate! ¿no escuchas las voces? Es lo mejor para ti, ese bebé es un problema – su mirada es extraña, no es lúcida es como si fuera otro ser se mueve nerviosa de un lado a otro.