ANDREY
Me había despertado con la mejor imagen que podría llevarme en la mañana, aquellos cabellos rubios como el sol reposaban a un lado de la almohada.
La figura de la mujer que roba los mejores momentos de mi vida, se encuentra a escasos centímetros de mi piel.
Miro detalladamente todo de ella, el color de su piel, cada centímetro de ella es perfecto, es diferente a mí, es como una hoja en blanco en la que a diario trazo mis caricias.
Me levanto con cuidado de no despertarla, la horrible sensación de que la pude haber perdido a ella o a nuestro hijo me había dejado con la maldita paranoia de que pudiera suceder otra cosa peor que eso.