En la guardia de la clínica en donde trabajaban se encontraron Sergio y Diego, más bien Sergio buscó a su amigo, quería hablarle, abrirle los ojos, era un tema delicado, no era que se quería meter en el matrimonio de sus amigos, pero sentía que le debía una charla a su amigo.
-Diego... quería hablar con vos.
-¿Qué pasa?
Dijo mientras se sentaba en el borde de su escritorio y su amigo lo hacía en una silla.
-Antes que nada, te lo voy a decir como amigo, más que eso, como un hermano.
-Decime...
-Es tu vida, vos elegís vivirla, elegís cómo llevas tu matrimonio y como acompañar o no a tu mujer.
-No te entiendo...
-Tanto vos como yo, sabemos que agarras guardias de 48, que se te hacen 55 o 60 horas y no son necesarias, eso no existe y Amanda está sola.
-¿Ella te mandó a hablar conmigo?
Le preguntó desconfiando de su mujer.
-No, no sabe que te estoy hablando y no vengo como un chusma ni a acusarla.
-¿Qué pasó?
A esta altura Diego está preocupado.
-La dejás sola, es joven y hermosa, hoy es