Kathleen estaba interesada en invertir en Japón porque la diplomacia entre ambos países implicaba aranceles y otras regulaciones más flexibles. Además, las élites estadounidenses siempre habían tenido en alta estima a las élites japonesas, y muchas estaban dispuestas a jubilarse también en Japón.
Con su riqueza y sus contactos en Estados Unidos, Kathleen sabía que sería un negocio lucrativo tras ver la obsesión de su abuelo por sobrevivir. Los márgenes de ganancia serían como nada visto antes si ella explotara el mercado de la jubilación en Japón, si no directamente el cuidado en el lecho de muerte.
Desde donde se encontraba, si dirigía el proyecto a la perfección, eso significaba que podría invertir en una propiedad sólida, ganando dinero con las ventas o el alquiler, ya fueran edificios de oficinas o apartamentos de lujo. De todos modos, su familia nunca había contado con hacer dinero rápido y siempre se mantenían fieles a estrategias de efecto acumulativo.
Una vez que Japón se hu