Jacob se sintió fatal en ese momento y ciertamente no esperaba que Don Albert lo tratara con indiferencia.
¡Si lo hubiera sabido, se habría conformado con los 200 mil que había ganado y habría disfrutado de su viaje a Dubái! Si lo hubiera sabido, la Asociación de Caligrafía y Pintura no se habría enterado del plan de la escultura de bronce y Don Albert seguiría siendo amigo suyo.
Completamente arrepentido de todo, Jacob se subió al asiento trasero del taxi, con lágrimas de dolor a punto de brotar de sus ojos.
Entonces, al notar que el taxista lo observaba en silencio por el retrovisor, giró el rostro, sacó su teléfono y llamó al Señor Bay.
Tan pronto como el Señor Bay contestó, preguntó: “¿Cómo te fue por allá? ¿Ya has solucionado el problema con Zachary Evans?”.
Esperaba que Jacob pidiera ayuda a Don Albert para que este presionara a Zachary a publicar un comunicado retractándose de sus afirmaciones anteriores.
Sin embargo, Jacob sabía perfectamente que no había esperanza, así qu