El líder ya estaba medio muerto y en ese momento había perdido toda su actitud despiadada. Su rostro estaba lleno de miedo y ansiedad.
Charlie lo miró y lo abofeteó con fuerza.
El sonido de la bofetada resonó por toda la tienda de ganso asado.
Al ver que la mejilla del hombre se hinchaba rápidamente, Charlie sonrió y dijo: “¿De verdad son unos matones? ¿Ángel Ardiente? ¿Quién te puso este nombre? Mira tu rostro rojo e hinchado. ¿Tienes algo que ver con los ángeles?”.
El hombre sintió un gran dolor después de recibir una bofetada en la mejilla, pero en ese momento solo pudo llorar y decirle a Charlie: “Lo siento, lo siento mucho, no sabía que sabías artes marciales. ¡Por favor, déjanos ir y nunca más volveremos aquí!”.
Charlie frunció el ceño y volvió a abofetearlo con fuerza.
Este sonido nítido lastimó los tímpanos de las cuatro personas a su lado.
Después de que Charlie lo abofeteara por segunda vez, le preguntó con una sonrisa: “¿No estabas muy feroz hace un momento? Tu pose c