Justo en ese momento, su hijo mayor la llamó de repente. En cuanto se conectó la llamada, él le preguntó de manera halagadora desde el otro lado de la línea: "Mamá, ¿ya te has levantado?".
Martha respondió con indiferencia: "Me habría despertado esta llamada aunque aún no me hubiera levantado, así que habla y di lo que quieres decir".
Su hijo mayor soltó una risita y se apresuró a decir: "Mamá, ¿te acuerdas todavía de Saul, el que vive al lado de nuestra casa?".
"Sí". Martha le preguntó: "¿Qué le pasa?".
Su hijo mayor se rio vacilante y dijo: "Bueno, no le pasa nada. Es solo que... Es que...".
Martha dijo fríamente: "Habla si tienes algo que decir. Si no sabes cómo decirlo, entonces cuelgo yo primero".
Su hijo mayor se apresuró a decir: "¡No! ¡No cuelgues! Mamá, te diré la verdad. Dejé embarazada a la hija de Saul, y ya han pasado más de tres meses. Le dije que le daría a su hija cien mil dólares para que abortara, pero ella no está dispuesta a hacerlo. Ella quiere dar a luz al n