No obstante, aunque Charlie era joven, no era un tonto.
Emiliano pensaba que había logrado convencerlo, pero por el contrario, Charlie había sido cauteloso y vigilante de los ocho hombres frente a él desde el principio.
En lo que respecta a Charlie, nunca quiso someter a estos ocho hombres para su propio uso por una simple razón—los despreciaba.
Con su nivel de poder y fuerza, ¿qué podrían hacer por él incluso si lo adoraban como su amo?
Ellos no eran más que una manada de perros salvajes y luchadores que no les importaba.
Sin embargo, con una sonrisa juguetona en su rostro, caminó para pararse frente a los Ocho Grandes y dijo: “Entonces, ¿realmente quieren adorarme como tu amo?”.
Emiliano tomó el mando mientras el resto seguía: “¡Sí! ¡Seremos tus esclavos para siempre!”.
Charlie asintió y preguntó con una sonrisa: “¿Qué pasa si me niego?”.
“Oh…”.
Emiliano y el resto quedaron estupefactos. Ninguno de ellos esperaba tal respuesta de Charlie.
‘¿Qué demonios? ¿Eres tan pretencio