Diana se asustó a sí misma.
—Aquí tiene su agua. — La voz del cajero de la tienda de conveniencia la sacó al instante de sus pensamientos.
Ella, sobresaltada, volvió en sí y respondió rápidamente:
—Gracias.
De regreso a su asiento, Diana le pasó la botella de agua a Valentín.
—¿Cómo piensas decirle a tu mamá lo del divorcio?
El hermoso espejismo se rompió de golpe, y Valentín, con una sola frase, logró traer a Diana de vuelta a la realidad, de que que era una mujer casada y que estaba en medio de un proceso de divorcio.
—No hace falta que yo le diga. Mi mamá me lo preguntará tarde o temprano. Lo hablaré cuando llegue el momento.
—Si necesitas ayuda...
—No. — Diana lo rechazó sin titubeo alguno.— Con que no te aparezcas frente a mi mamá ya me estarás ayudando bastante.
Valentín frunció el ceño y preguntó:
—¿Tan mala impresión doy?
Diana se quedó sorprendida y en silencio.
—No quiero complicar más las cosas, ¿podemos dejar de hablar de esto por ahora?
Al ver la cerveza en la mano de Dia