Capítulo 119 —Su señoría
Narrador:
El consultorio estaba impregnado de un aroma tenue a jazmín y papel nuevo. Marianne lo esperaba sentada tras un escritorio impecable, un cuaderno abierto delante de ella como si estuviera lista para tomar notas. No se levantó cuando Nerón cruzó la puerta; apenas arqueó una ceja y lo recorrió con la mirada, esa sonrisa educada que nunca llegaba a los ojos.
—Hola, puntual, como siempre. —Su voz era suave, medida, casi afectada.
Nerón cerró la puerta tras de sí y no se molestó en responder al saludo. Avanzó con paso firme hasta quedar frente a su escritorio.
—¿Qué es lo que quieres, Marianne?
Ella entrelazó las manos sobre el cuaderno y ladeó la cabeza con calma estudiada.
—Quiero que dejes de revolver en cosas que no te corresponden. Estás hurgando en papeles de familia, en un legado que no es tuyo.
Él soltó una risa seca.
—No “tuyo”, ni mucho menos. Los Morel también son Cleo. Y si alguien tiene derecho a ese legado, es ella. Y yo soy su abogado.