Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
Por primera vez, me dio mucho miedo como me quedó viendo en cuanto hablé y quise acercarme para darle un abrazo, pues me había quedado dormida muy preocupada esperando a que llegara.
–Dudé en venir, pero ahora veo que no debí volver. Estás de nuevo con tu vocecita, queriendo consolarme y no te cabe en tu mente prodigiosa que no me puedes consolar y cállate que sé las tonterías que vas a decirme.
No me podía estar diciendo eso, por qué me atacaba de esa manera, yo no le había hecho nada a nadie, no era responsable de que así hablara, pues lo hacía para consolarlo era verdad, pero me estaba muriendo por dentro, eso me estaba matando, acabando.
–No son tonterías – Empecé a llorar – Sé por lo que estás pasando, aunque digas que no. Yo sé lo que es perder a alguien que amas.
Yo no era ninguna insensible, sabía perfectamente lo que era perder a un ser querido, no me podía estar tratando de esta manera, yo amaba a Elisa, y mis sentimientos haci