La emoción en el aire es palpable mientras me preparo para un momento tan esperado: recoger mi vestido de novia. Solo queda una semana para la boda, y cada detalle cuenta para hacer de este día algo inolvidable. La tienda de novias está a solo unos minutos en coche, y me encuentro revisando mi reloj con frecuencia, nerviosa y emocionada por lo que está por venir.
El sol brilla suavemente en el cielo, y el tráfico es ligero, lo que me permite llegar a la tienda sin contratiempos. Me estaciono y respiro hondo, tratando de calmar los nervios que me recorren. Salgo del coche y me dirijo a la entrada de la tienda, donde la campanita suena al abrir la puerta, anunciando mi llegada.
Dentro, el ambiente es elegante y acogedor, con una suave música romántica que llena el aire. Me recibe Laura, la diseñadora que ha estado a cargo de la creación de mi vestido. Su sonrisa cálida y su entusiasmo me hacen sentir inmediatamente en confianza.
—¡Hola, Sam! —dice Laura, acercándose para darme un abrazo