Tal como prometió, Lucian se centró primero en la hija secuestrada de Alexander. Junto a Francesco hicieron una ardua investigación que los guio hasta un ostentoso salón de tabaco en la zona central de Londres. Desde el edificio de enfrente los italianos pudieron ver a hombres de todas las edades entrar y salir como si fueran dueños del lugar.
—Tenemos un par de minutos antes del cambio de guardia. —Francesco miraba a través de los binoculares, buscando cualquier tipo de cambio en la rutina del lugar que les diera a entender que sabían de su presencia.
—Diles a los nuestros que esperen. Si notan nuestra presencia podrían lastimar a las niñas. —Porque sabían que no solo la hija de Alexander estaba ahí. Por lo visto, el Master tenía una sucia predilección por las jovencitas y había creado una red a través de la cual LF le proveía por orden de Víctor de nueva mercancía para sus burdeles, a los cuales asistían la mayor parte de sus reclutados.
Siempre supo que la supuesta justicia detrás