167. EL EJÉRCITO DE LA MUERTE
NARRADORA
Le ordenó a Merkall que estiró su brazo y comenzó a leer las runas debajo de él, era un mago y su conocimiento tenía.
De repente, a medida que las palabras iban cayendo, las cadenas en el cuerpo de Zarek comenzaron a moverse como serpientes venenosas, arrastrándose por el espíritu de su cuerpo.
Las ataduras se liberaron de la mano de Gabrielle y comenzaron a brillar enredándose en la muñeca extendida de Merkall que se sentía el rey del universo.
Cada vena de su cuerpo palpitaba en éxtasis y la adrenalina corría impulsando sus anhelos y regocijo.
—Oh sí, maldición —casi tiene un orgasmo cerrando los ojos del placer cuando tomó el control de esa magia tan antigua y poderosa, cadenas forjadas por la misma Diosa para controlar a un ser tan peligroso e indomable.
Cuando Merkall abrió los ojos, respirando agitado y con luces aun titilando en sus pupilas, ya tenía a su nuevo sirviente parado delante de él.
—¡Muéstrame tu ejército, Zarek, enséñame por qué eras tan temido! —le ord