—Si Santiago lo dijo, entonces debe ser verdad, no chismes.
—Estás diciendo tonterías. Adrián me ama profundamente y nuestro amor es genuino. Creo que tú no pudiste mantener el interés de mi hermano y por eso no soportas ver la felicidad de otros, intentando arruinarla a propósito.
Julia comprendió por qué Santiago no había hablado claramente antes. Con la mentalidad de Mariana, aunque se lo dijera, no lo creería y terminaría culpándolos por entrometerse.
Viendo que Mariana no pensaba ceder, estaba a punto de marcharse cuando escuchó una voz reprendiéndola desde atrás.
—Ya basta, Mariana. Después de todo, ella es tu cuñada, muestra algo de respeto.
Julia no esperaba que él la defendiera. Le dirigió una mirada y se marchó rápidamente sin prolongar la discusión.
Mariana, intentando avivar el conflicto, dijo:
—Santiago, ¿ves? Ni siquiera aprecia tu ayuda y tú la defiendes.
—Lo que veo es que te estás volviendo cada vez más irrespetuosa, atreviéndote a faltarle el respeto a tus mayores. Si