Santiago pensaba que al congelar su cuenta, ella podría ver claramente las verdaderas intenciones de Adrián y no volvería a caer en sus engaños.
Pero lejos de despertar, se puso peor, lo que realmente lo enfurecía.
Ahora hasta se atrevía a amenazarlo con suicidarse, pero Santiago no se dejaría intimidar tan fácilmente.
Al ver que él no cedía, Mariana lloró nuevamente:
—Si no me ayudas, iré a hablar con mamá y la abuela. Ellas no serán tan desalmadas como tú.
Cuando estaba por irse, Santiago la sujetó del brazo.
—¡Espera!
Santiago ladeó la cabeza y frunció el ceño, repentinamente considerando algo que no había pensado antes.
Mariana creyó que estaba reconsiderando su postura y de inmediato cambió su expresión por una sonrisa.
—Santiago, sabía que me quieres más que a nadie. ¿Cuándo desbloquearás mi cuenta?
Santiago la miró fijamente y preguntó con severidad:
—Mariana, no me digas que también les has estado pidiendo dinero a ellas todos estos años.
Al escuchar esto, Mariana retrocedió ne