De regreso a la mansión, Alessio entraba en la residencia. Al bajar del coche, detrás de él, el automóvil de Dante también aparcaba. Este joven decendia con dos rubias gemelas humanas muy sonrientes. Lo que llevo a pensar a Alessio (pobres chicas) desconocían su destino.
—¡Alessio! Le dice el joven libertino.
—¡Dante! Responde serio.
—¿Quieres una? Le ofrece a unas de las mujeres. Quienes esperaban recostadas del coche.
—¡No me interesa! Le responde caminando en dirección a la casa.
—Como gustes. Éste se encoge de hombros mientras las rubias se acercan a él.