Tres días habían transcurrido desde que Samantha volvió a la mansión de los Campbell, los cuales pasaron lentamente y fueron agobiantes para la joven de veinticinco años que ansiaba poder salir a la ciudad, dar un paseo a algún divertido lugar, reunirse con sus amistades o ir simplemente de compras.
¡Cualquier cosa!
Samantha deseaba sentirse relajada, que el aire que respirara no le fuera tedioso por el hecho de estar retenida como un objeto de valor.
— Oh, que romántico…
Susurró para si misma la joven al terminar de leer el capitulo de su novela favorita; una vez cerró el libro ella levantó su mirada a la copa del frondoso árbol bajo el que se encontraba sentada.
Cerró sus ojos verdes oscuros sintiendo las ráfagas refrescantes del viento primaveral y escuchando el sonido que emitía el viejo arce.
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Era poco más de medio día y apenas terminó su almuerzo, Samantha había salido al jardín trasero de la mansión por un poco de aire fresco y de paso leer.
La señorita Thompson e