Aquella escena me atravesó como una daga ardiente encendiendo mi alma con el más profundo odio y sin importarme las consecuencias salí corriendo de mi escondite para ayudarlo.
—¡Victoria, no salgas! —me pidió entre murmullos Emily, pero no hice caso; sus manos y las de Lucy se aferraron a mí para evitar que saliera, pero fue inútil, ya yo me había zafado, al llegar a ellos me detuve en seco.
—¡No se atreva a volverle a poner una mano encima a Ethan nunca más! —Ethan elevó el rostro con sorpresa para toparse con el mío, mientras su padre me miraba confuso.
—¿Tanto le cuesta entender a su hijo, señor? —continué entre reclamos.
—¿Quién es esta mocosa tan entrometida?
—¡No te atrevas a insultarla!, porque soy capaz de perderte el poco respeto que me queda —resopl&o