Capítulo
Una pequeña gigante
Flor aún no podía creer lo que estaba a punto de decirle a la doctora Natalia. Al entrar al consultorio, sus manos temblaban ligeramente. Gabriel le sostenía el hombro en un gesto que intentaba transmitirle seguridad, aunque él mismo lucía inquieto. Natalia, siempre observadora y directa, notó de inmediato la tensión en ellos.
—¿Qué pasa, chicos? —preguntó, con ese tono firme que lograba inspirar calma y respeto al mismo tiempo.
Flor trató de respirar hondo, pero las palabras parecían atoradas en su garganta. La mirada incisiva de Natalia no le facilitaba las cosas. Después de un silencio que pareció eterno, logró murmurar, con un hilo de voz:
—No queremos continuar con el embarazo...
El eco de esas palabras pareció llenar todo el consultorio, cargando el ambiente de una tensión palpable. Natalia los miró fijamente, su expresión endureciéndose. En un instante, sus ojos reflejaron incredulidad, luego rabia contenida y finalmente una profunda decepción.
—¿Q