Amelia había planeado absolutamente todo con lujo de detalle, así que el menú no iba a tener ningún sándwich, ni de pollo ni de atún, a menos que alguien los pidiera. Cuando todos desembarcaron, nos saludamos y nos subimos a las camionetas, listos para volver a la casa acogedora, donde ya nos esperaban momentos hermosos.
Gezel y mi mamá nos estaban esperando emocionadas en la entrada. Ya teníamos listas las habitaciones de todos nuestros amigos y habíamos organizado un cuarto de juegos para los niños, dejando aparte un cuarto específicamente para los más chiquitos. Para que todos tuvieran un espacio para divertirse, Amelia y yo decidimos quedarnos en nuestra casita.
Más tarde esa noche llegaron Max, Kyle, Andrew y Mirabel, y el grupo estuvo completo, fue una velada llena de pura alegría. Los hombres estaban por un lado y las mujeres por el otro. Nos pusimos al tanto de lo que había pasado en nuestras vidas, como si los problemas del pasado se hubieran borrado.
Se sentía una paz y una f