Después de observar durante muchísimo tiempo, alzó delicadamente la mirada hacia la distancia. Resultaba que ciertas personas en la existencia están destinadas a ser tormentas y huracanes, la tranquilidad momentánea no es más que un presagio.
Susana esbozó una sonrisa amarga, apagó el cigarrillo y se dispuso a dormir.
El teléfono sonó repentinamente.
Al revisar, descubrió que era Álvaro quien llamaba.
El matrimonio de Álvaro había sido muy extraño. Había tomado la decisión de pasar toda la vida con Melisa, pero no esperaba que durante el parto, Melisa muriera por embolia de líquido amniótico, dejando a una bebé recién nacida llorando por alimentación.
Durante este año y medio, Álvaro y Susana habían tenido intercambios comerciales, nada más que eso.
Álvaro perseguía románticamente a Susana, con la intención de que se convirtiera en madrastra de sus hijos. Susana sistemáticamente rechazaba sus avances. Cuando él se volvía muy insistente, ella le respondía con una frase cortante:
—Eres