En el crepúsculo, el rostro de Damián se veía borroso.
La sonrisa en el rostro de Aitana se desvaneció, lo miró con nostalgia, allá estaba muy peligroso, en realidad no sabía cuándo regresaría.
Fernando también se bajó del auto, miró a su hijo, después miró a Aitana y dijo suavemente:
—¡Aitana se va!
Aitana de repente alzó la voz:
—¡Damián, feliz año nuevo!
Ese "feliz año nuevo" no era una felicitación, sino una promesa.
¡Damián, tienes que esperarme!
Espera a que traiga a Joaquín de vuelta.
En la comisura de los labios de Damián se dibujó una sonrisa leve, no podía verla, solo sabía que estaba abajo, inexplicablemente nervioso también le hizo señas:
—¡Aitana, feliz año nuevo!
Una lágrima se deslizó del ojo de Aitana, no se la limpió.
¡Una mirada más!
Se volteó resuelta y se metió al auto.
Tenía miedo de que si esperaba un poco más, no tendría valor para irse.
La elegante camioneta negra arrancó lentamente, Aitana no iba sola, Grupo Innovar había enviado un equipo de 40 personas con el