A su llegada, James escuchó de inmediato el sonido de un arpa. El sonido era melodioso y agradable al oído. Sin embargo, había un rastro de melancolía y soledad en la música.
Mientras Daley caminaba hacia Melinda, la llamó: "Melinda".
La música se detuvo abruptamente cuando Melinda se levantó. Al mirar a Daley y James que se acercaban, su mirada se clavó en este último. Una sonrisa indiscernible se dibujó en su rostro de aspecto glamuroso.
"Padre", saludó Melinda al volverse para mirar a Daley.
Su voz era dulce y melodiosa.
James miró a Melinda, la chica de origen desconocido. Era preciosa. No solo tenía una figura perfecta, sino que sus rasgos eran finos y delicados, y no se le podía encontrar ni un solo defecto. James estaba maravillado con su belleza, pues nunca había visto a nadie tan hermosa como ella.
Al ver que James la miraba fijamente, Melinda no se avergonzó. En lugar de eso, sonrió tranquilamente y preguntó con confianza: " ¿Ya te saciaste?".
Cuando ella sonrió, apare