Thomas llegó a la mansión de los Caden con Thea.
Cuando Maxine los vio, su rostro se puso tan blanco como un papel.
Los dos se acercaron a la mansión a paso firme.
No tardaron en aparecer ante las puertas de la mansión.
Maxine estaba un poco nerviosa, pero aun así caminó hacia adelante y los saludó con una sonrisa forzada: “Tío abuelo. Thea. ¿Qué los trae por aquí?”.
Thomas miró a Maxine.
Los latidos del corazón de Maxine se aceleraron en cuanto vio sus ojos.
Se hizo la despistada y preguntó con una sonrisa: “Tío abuelo, Thea, ¿por qué han vuelto a la capital? Además, ¿qué pasó en la Secta del Monte Trueno, Thea? ¿Por qué emitías una energía tan horrible?”.
“Yo…”.
Thea bajó la cabeza y separó los labios para hablar, pero no se atrevió a decir nada.
Thomas no interrogó a Maxine sobre cómo lo había engañado y preguntó sin rodeos: “¿Está James ahora mismo en la mansión de los Caden?”.
Maxine asintió con la cabeza antes de responder: “Ah, sí. James está recibiendo tratamiento en