Forsythe miró a Heather con impaciencia en los ojos.
¿Qué?
El cuerpo de Heather temblaba y su mente iba a mil por hora. Estaba completamente perpleja.
¿El cuartel general de la Puerta del Elíseo había sido destruido?
¿Ambrose saltó por el acantilado y desapareció?
¿Cómo era eso posible?
Heather recobró el sentido después de más de diez segundos y gritó furiosa: "Ustedes, desvergonzados, no tendrán un buen final".
"Aunque sepa dónde puede estar escondido Ambrose, no te lo voy a decir".
La actitud de Heather era firme e inquebrantable.
Al escuchar su respuesta, Forsythe frunció el ceño y dijo con ligereza: "Heather, tú conoces la raíz del problema mejor que yo. ¿Las cosas habrían llegado a ese punto si ustedes no hubieran secuestrado a nuestro joven amo?".
"Además, mi maestro aprecia mucho los talentos. Aunque atrapemos a Ambrose, no lo mataremos. Solo lo trataremos con cortesía".
"Por cierto, si lo encontramos, ustedes dos podrán reunirse. ¿Por qué eres tan terca? ¿No lo echa