Cuando vieron a la Princesa Sheila, Darryl y el Príncipe Aurin se miraron. Se sentían impotentes.
En el momento en que apareciera aquella mocosa, ya no podrían hacer nada.
“¡Aurin!”.
La Princesa Sheila se acercó a saltos y abrazó los brazos de Aurin. “Vayamos a jugar. Oí que los Ciruelos de Hielo han florecido en el Monte Arroyo del Sur. Es hermoso. Vayamos a echar un vistazo”.
Los Ciruelos de Hielo eran flores mágicas exclusivas de la Región Divina. Solo florecían una vez cada tres años. A la Princesa Sheila le encantaban desde que era joven. Cada vez que los Ciruelos de Hielo florecían, arrastraba al Príncipe Aurin a verlos.
Sin embargo, el Príncipe Aurin estaba aprendiendo sobre la formación de los soldados en ese momento. No estaba de humor para mirar flores. Él dijo pacientemente: “Sheila, ve a buscar a alguien que te acompañe. Estoy ocupado aprendiendo esto”.
¿Aprendiendo?
La Princesa Sheila frunció las cejas y miró el arenero que había a un lado. “Eso no es más que un mo