Por otro lado, Khloris estaba paralizada en la habitación. Su rostro estaba drenado de sangre y su cuerpo de energía.
¿Qué había pasado?
Oliva volvió en sí cuando llamó a Khloris. “Maestra, ¿está bien? ¿Quién la lastimó?”, preguntó cuando estaba a punto de entrar corriendo a la habitación.
Khloris le sonrió débilmente, sin energía para responder en absoluto.
“¡Detente!”.
Jedidías apareció de la nada y bloqueó la entrada mientras decía: “¿Quién te dejó entrar en la Torre de la Espada?”.
“Yo…”.
Oliva entró en pánico cuando sintió el aura intimidante de Jedidías. “Solo vine aquí para ver cómo está mi maestra. Está herida”.
Jedidías tarareó con frialdad mientras agitaba el brazo. “Tiene suerte incluso de estar viva”.
Una Submaestra de Secta había cometido un acto tan desvergonzado, lo cual era una vergüenza para toda la secta.
Diego y Sienna habían engañado completamente a Jedidías. Estaba convencido de que Khloris y Darryl escondían un secreto.
¿Qué?
Oliva estaba confundida. E