“Su Excelencia”.
Oliver quería llorar, pero no había lágrimas. Dijo preso del pánico: “No sé qué fue lo que pasó. Esas estacas de madera y piedras se movieron de repente. Fue completamente inesperado-”.
Oliver miró a Darryl y gritó: “Es Darryl. Debe ser él”.
Oliver estaba tan asustado y enojado que quería culpar a cualquiera menos a sí mismo. Después de todo, no había hecho ninguna contribución y había causado la muerte de casi mil soldados demoníacos. Si Morticia fuera a culparlo, ¿cómo podría sobrevivir a eso?
Darryl frunció el ceño y su ira creció.
‘¡Qué idiota! ¿Cómo puede todavía tratar de calumniarme en este momento?’, pensó Darryl mientras se reía. Miró a Oliver y dijo con frialdad: “Oliver, no tienes vergüenza en absoluto. Fuiste tú quien insistió en entrar hace un momento. Traté de detenerte, pero insististe en que informé en secreto a la tribu Demonio”.
“Ahora que estás en problemas, estás tratando de echarme la culpa otra vez. ¿Crees que es divertido?”.
Las palabras d