‘Darryl, primero irrumpiste en la Región Divina, luego metiste tu nariz en nuestros asuntos, liberando a todos los demonios de su cautiverio; incluso llegaste a conquistar el Palacio Imperial del Cielo. ¡Mald*ción! Pude haberlo acabado en ese momento. ¡Por qué tuviste que interferir, Maestro de los Antiguos Ancestros! Incluso fuiste tan lejos como para defenderlo y darle el título de Sabio de los Nueve Cielos…’, pensó el Emperador de los Nueve Cielos con resentimiento.
‘Ahora que Darryl ha regresado a los Nueve Continentes, ha estado entrometiéndose sin descanso con el trabajo de Rogart. ¿Acaso no sabe que Rogart opera de acuerdo a mis órdenes? Meterse con él significa meterse conmigo. ¡A menos que este tipo realmente me esté subestimando!’, pensó el Emperador y se impacientó.
El Emperador de los Nueve Cielos salió de sus reflexiones y dijo: “Solo tuvo suerte esa vez. No es como si tener el título de Sabio de los Nueve Cielos le otorgara una mayor autoridad. Es mucho más pretencioso