El temperamento trascendente de Yuri la hacía parecer como una diosa.

‘¿Qué? ¿Ella no es la verdadera Diosa de la Luz?’. Las expresiones de Teddy y de todos los demás soldados cambiaron ante la sorprendente noticia.

Pensaron que la Diosa de la Luz había enviado a los doce paladines a defender la Ciudad Tormenta. Sin embargo, para el asombro de todos, la situación no era la que esperaban, y la Diosa de la Luz resultó ser una farsa.

‘¡En ese caso, los doce paladines son sus enemigos! Esto es bueno para mí’. Teddy se emocionó.

“¡Dinos! ¿Quién diablos eres? ¿Por qué finges ser la Diosa de la Luz?”. El Paladín del León Dorado miró a Yuri.

“Puedo pretender ser quien quiera. No puedes detenerme”, refutó Yuri rotundamente.

Ella no se molestó en seguir actuando una vez que se reveló su identidad.

“Muy bien entonces. ¡Será mejor que obedezcas y te rindas!”, le advirtió el Paladín del León Dorado.

Luego, activó su energía santa y, en poco tiempo, una tormenta de un aura espeluznante lo en