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InicioEl Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración

El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiraciónES

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Jime Alexander  Completo
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37Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

AdolescenteAccióncrecimiento del personajeamistadPresidenteSoldadoSuperpoder

Han pasado seis años desde que el doctor Hansen, Joseph, Karen y David escaparan de los Estados Unidos y se refugiaran en Argentina, donde llevan una vida tranquila lejos del recuerdo de los violentos sucesos de Nueva York. Tranquilidad que ya no será tal, ya que en esa ciudad, un importante empresario contacta a los ahora detectives privados Mark Forney y Doris Ventura con una petición muy específica: localizar al doctor Hansen y a Joseph, bajo el pretexto de proteger a este último y de tener información confiable de que un reconocido grupo terrorista llevará a cabo un violento ataque si no les es entregado el niño clon de Jesús para sacrificarlo en vivo ante el mundo. Recelosos, aceptarán el encargo sin saber que tras esa petición se está gestando una peligrosa conspiración que los pondrá en medio de un conflicto a escala global, con los gobiernos de Estados Unidos, Israel, El Vaticano –con el primer Papa en su historia: Benito I– y una hermandad secreta muy poderosa luchando por tener bajo su poder al niño clon. Conspiración que poco a poco irá develando los oscuros intereses de dominación mundial por parte de los involucrados en el conflicto. Segundo libro de la trilogía, donde el autor maneja hábilmente el nacimiento y evolución de la conspiración en torno al niño clon, ahora con once años, quien tiene más conciencia de su origen y de su rol en el mundo, pero sin poder evitar que por su causa ocurran terribles actos de violencia contra la humanidad, como parte de esa conspiración.

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Último capítulo

  • Capítulo final

    Tel Aviv, Israel Justin había aprovechado que sus amigos estaban ya borrachos cuando decidió irse del bar para buscar un sitio tranquilo para intentar llamar a su país. Se había robado uno de los todoterrenos de sus compañeros y ya estaba en las afueras de Tel Aviv cuando vio a lo lejos lo que parecían ser dos misiles desplazándose por el cielo israelí, casi al mismo tiempo, y después de unos segundos tomar ligeramente dos direcciones distintas acercándose a tierra. A los pocos segundos escuchó una fuerte detonación y vio cómo se alzaba una enorme nube de humo y polvo. En el bar había escuchado a uno de sus ex compañeros decir que los misiles robados habían sido lanzados ya contra Irán, por lo que supuso que aquellos que acababan de impactar en la ciudad habían sido lanzados por Irán en respuesta por el ataque inicial. Salió de la carretera y se detuvo como a unos doscientos metros de ésta en medio del árido paisaje. Ya estaba declinando la ta

  • Capítulo 36

    Tel Aviv, IsraelEn un viejo casucho construido en medio del desierto en las afueras de Tel Aviv, el grupo de mercenarios que habían perdido las armas nucleares se reagruparon en torno al comandante de la operación y el resto de sus compañeros, ofuscados por el atrevimiento de los israelíes. El comandante, un hombre afroamericano y de imponente presencia, acababa de darle la noticia a su cliente, arrojando el teléfono satelital sobre la mesa ante la cual estaba sentado. Miró con detenimiento a sus hombres y luego de unos minutos que a todos les pareció una eternidad, se levantó y les dijo, apoyando los puños sobre la mesa:–Señores, he informado a nuestro cliente los últimos acontecimientos, y para mi sorpresa, lo ha tomado muy bien, al punto que nos ha ordenado dejar el país inmediatamente.–¿Y el resto del pago? –pregunto uno de

  • Capítulo 35

    Tel Aviv, Israel.Hacía ya varios minutos que los cinco hombres hablaban animadamente en una de las habitaciones de la vieja casa en las afueras de la ciudad. Abinadab estaba afuera esperando, escuchó que un auto se detenía frente a la casa, se asomó a una ventana y vio a tres hombres bajándose del mismo. Los reconoció y se apresuró a abrirles la puerta, dejándolos entrar. Antes de cerrar se cercioró de que no hubiera nadie sospechoso en la calle.–¿Dónde están? –preguntó uno de ellos.–En esa habitación –Abinadab les señaló una de las habitaciones.Los tres hombres entraron en la habitación y se encontraron con los otros israelíes sentados en el piso sobre una alfombra, de inmediato acabaron con la charla.–¡Nuestros amigos, los gringos! –dijo uno de

  • Capítulo 34

    Washington, Estados Unidos.Collins apenas pudo conciliar el sueño, pero no durmió lo suficiente, pues antes de que amaneciera fue despertado por una llamada urgente por parte del Secretario General y del Presidente del Comité Militar de la OTAN, el inglés Frederick Williamson, y el italiano Almirante Guido Martinengo, respectivamente. Al llegar a la sala de telepresencia, se encontró con ambos personajes a cada lado de la gran pantalla frente a él.−Pido disculpas por la tardanza, señores –se excusó Collins, sentándose en el sillón tras el amplio escritorio al centro de la sala−. ¿La OTAN ya ha asumido una posición en torno al conflicto en el medio oriente?−Saludos, señor presidente –le dijo Williamson−. Le estamos llamando para comunicarle que Turquía ha solicitado ante el Consejo que se activen

  • Capítulo 33

    Desierto Chihuahuense, Texas, Estados UnidosLa noche anterior había sido muy movida en el complejo y Hansen no pudo dormir bien, preocupado por la continua llegada de más invitados. Cuando estaba dispuesto a salir para desayunar tocaron a la puerta de su habitación, abrió y se encontró con la sonriente figura de Harvey. Esta vez a Hansen le parecía una sonrisa forzadamente fingida.−El señor Richmond le espera en su estudio privado. Sígame, por favor.−No me había comentado que había un estudio privado.−No lo hice porque no está disponible para ustedes –le dijo Harvey en tono solemne mientras bajaban las escaleras−. Además de los aposentos del señor Richmond, por supuesto.Hansen encontró aquel comentario un poco grosero, pero entendía que no estaba en posición de replicarle,

  • Capítulo 32

    Washington, Estados Unidos.La rueda de prensa no había sido fácil para Collins. Literalmente lo acribillaron a preguntas apenas pisó la sala de prensa y, aunque se lo esperaba, no estaba totalmente preparado para enfrentar la suspicacia de los periodistas, y más aún cuando los únicos sospechosos de los atentados estaban muertos. Al principio trató de enfocarse en los esfuerzos de su gobierno por terminar con la emergencia nacional por los atentados, pero no pudo, ya que uno de los periodistas le preguntó su opinión sobre lo que pasaba en el medio oriente y solo dijo que su cuerpo diplomático estaba en conversaciones con varios países para evitar un conflicto bélico en la región, y por allí se fue toda la rueda de prensa. Manifestó su sorpresa sobre las armas nucleares de Israel y el robo de las mismas, y comentó que había ofre

  • Capítulo 31

    Desierto Chihuahuense, Texas, Estados Unidos.Esa noche, durante la cena, Karen estaba preocupada por lo que le había revelado Hansen, quien notó que ella no le quitaba la mirada de encima a Gilbert. Era cierto que no era muy conversador, pero de alguna manera Joseph se las arreglaba para hacer que hablara con él y se sintiera cómodo con su presencia. A veces él la miraba por unos segundos y Karen pensaba que tenía la misma mirada de su hijo, pero un poco más enigmática y penetrante, y también intimidante, o al menos esa era la impresión que le daba. Tal vez estuviera condicionada por lo que acababa de saber. También observaba a Donna de vez en cuando, y se preguntaba cómo una mujer podía lidiar con el hecho de que tenía al mismísimo anticristo como hijo, y no hacer nada. Tal vez no lo sabía, y si lo sabía era el instinto mater

  • Capítulo 30

    Valencia, VenezuelaScott había logrado llegar a la terminal de buses ubicado en las afueras de la ciudad de Valencia y de inmediato buscó un taxi para que lo llevara a un hotel, donde se ocultaría por un día o dos esperando la respuesta de la NSA, la cual esperaba sea hacer eso mismo que hacía ahora: tratar de salir del país. La ciudad de Valencia es una de las más cercanas a la capital que cuenta también con un aeropuerto internacional, el Arturo Michelena, evitando usar el principal de Caracas en Maiquetía, donde las medidas de seguridad serían mucho más estrictas en caso de que lo estuvieran buscando. En situaciones como esa la agencia nunca recomendaba quedarse en el país, a menos que necesitase de más información que corrobore o verifique la enviada inicialmente y el agente no estuviese en peligro de ser descubierto, lo cual casi nunca ocurr&

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37 chapters
Capítulo 1
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Buenos Aires, Argentina. El vuelo había salido cerca de la medianoche del día anterior y a pesar del sueño no pudieron dormir mucho. El viaje transcurrió sin problemas a pesar de lo largo que ella consideraba había sido. Solamente cuando pasaban por el Amazonas sintieron algo de turbulencia, y eso inquietó un poco a la niña. Le contó que eso era normal cuando viajaban en avión y ella se tranquilizó. Como siempre, Julianne le transmitió la seguridad y confianza que necesitaba cuando se sentía inquieta o preocupada por algo. A pesar de no ser su madre la crió como si lo fuera, en especial cuando su hermano le pidió encarecidamente que lo hiciera por él. Se consideraba su madre, pues la había tenido bajo su cuidado prácticamente desde que había nacido.Y para Marianne ella era su madre.El capitán anunció
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Capítulo 2
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
El Vaticano, Estado de la Ciudad del Vaticano. Estaba a punto de acostarse a dormir cuando escuchó llamar a la puerta de su habitación. Perezosamente fue y la abrió, encontrándose con un hombre ya entrado en los sesenta y con rostro inexpresivo. Estaba igual que él, con pijamas y pantuflas.−Cardenal Agnello −le saludó, intrigado−. Estaba por acostarme. ¿Qué se le ofrece?−¿Puedo pasar? Sólo me tomará unos minutos...Se hizo a un lado y el recién llegado entró en la habitación. En medio de la misma se volteó a mirarle, aún con rostro inexpresivo. Luego de varios segundos, que le parecieron una eternidad, comenzó a hablar:−Cardenal Nitti, acabo de recibir una información muy importante y no quise esperar hasta mañana para comunicársela. Es importante que tome
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Capítulo 3
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Nueva York, Estados Unidos. El Bentley se detuvo frente a uno de los grandes edificios de la Quinta Avenida, cerca del Museo Metropolitano. Bajaron del auto e ingresaron en él. El hombre que les había hablado siempre entró con ellos en el ascensor, mientras que los otros dos que lo acompañaban se quedaron en el auto y siguieron camino. Llegaron a un amplio hall de entrada a uno de los apartamentos, con pisos de mármol y paredes cubiertas con algunos cuadros que suponían debían costar una fortuna. Un mayordomo los recibió y los condujo a través del hall hasta llegar a un despacho que más bien parecía una biblioteca, a juzgar por la cantidad de libros. El mayordomo les pidió que se sentaran, mientras que el otro sujeto les dijo que iba por el señor Richmond, saliendo inmediatamente.−¿Les puedo servir algo, mientras esperan? −les pregunt&oa
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Capítulo 4
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Buenos Aires, Argentina. Julius y su hermana pasaron casi toda la noche conversando y rememorando parte de los recuerdos de su infancia. David y Karen se unieron a ellos una vez que los niños se hubieron dormido, y compartieron con ellos parte de sus vivencias y experiencias vividas a lo largo de los años. Julianne estaba sorprendida por la cantidad de familias por las que había pasado David cuando quedó huérfano, pero él le aseguraba que a pesar de todo había aprendido muchas cosas de cada una. Cuando era un adolescente no les dio la importancia que merecían ni agradeció el sacrificio que hacían para tenerlo, razón por la cual terminó cumpliendo el servicio militar cuando pudo hacerlo. Ahora que podía pensar todo con la madurez necesaria, estaba dispuesto a regresar con todas y cada una de ellas para agradecerles sus esfuerzos y voluntad que le dedicaron  a
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Capítulo 5
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
El Vaticano, Estado de la Ciudad de El Vaticano. Ya estaba comenzando a caer la noche, cuando el Cardenal Agnello recibió un mensaje de WhatsApp en su teléfono. Abrió la aplicación y observó las imágenes que acababa de recibir, junto a un mensaje que decía: «El objetivo es el de jeans y camisa azul claro. A su lado, en la primera foto, el padre, y en las siguientes junto al protector y algunos de sus amigos.» Agnello detalló las fotos, en unas se veía a un niño de unos once o doce años, acompañado de un hombre adulto, en otras junto a otro más joven, y en las últimas en compañía de otros niños de su misma edad. Agnello reconoció la cara del doctor Hansen por los reportes del investigador contratado para ubicarlo, pero nunca le presentó ninguna del niño, por lo que asumió que aquel de jeans y camis
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Capítulo 6
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Washington, Estados Unidos.  En el despacho oval de la Casa Blanca, el presidente Sean Martin Collins revisaba algunos papeles con relación a los tratados comerciales que los Estados Unidos había firmado recientemente con la República Popular China. Literalmente había librado una auténtica batalla con el presidente del gigante asiático por su intención de elevar los aranceles de exportación de sus productos, en especial de los automóviles, lo que estaba afectando a los empresarios locales y desatando una competencia desleal. Cuando llegó a la Casa Blanca, su principal objetivo y promesa electoral fue revisar los acuerdos y tratados comerciales firmados entre ambas naciones para tratar de mejorar la alicaída economía estadounidense, y en eso estaba, cuando sonó el intercomunicador ubicado a su derecha.−¿Si? −preguntó, sin siquiera
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Capítulo 7
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Buenos Aires, Argentina. Ya estaba declinando la tarde cuando los amigos de Joseph se fueron a sus casas. Habían compartido todo el día contándole sus aventuras y anécdotas a Marianne, quien disfrutaba de su compañía y se veía feliz, a pesar de las barreras del idioma, pero con Joseph como dedicado y eficiente traductor podía entender todo lo que le decían.Estaban solos en la habitación de Joseph, y comenzaron a hablar de cosas de la escuela y de sus vidas diarias. Al cabo de unos minutos de animada charla Marianne se queda callada, observando a Joseph fijamente. Éste, al darse cuenta, también le mira por unos segundos, al cabo de los cuales le dice:−Vamos, suéltalo. Pregunta de una vez.−¿Cómo sabes que quiero preguntarte algo?−Simplemente lo sé. Es algo que puedo hacer desde que comencé
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Capítulo 8
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Nueva York, Estados Unidos. Las dos personas lo habían sorprendido en su casa temprano ese día, cuando aún estaba durmiendo. Lo tenían recostado boca arriba sobre una silla a la cual le habían quitado el espaldar, las manos y los pies atados juntos por debajo de la misma. Al principio Samuel Talbott se había negado a hablar, aguantando la presión sobre su vientre, pero cuando le pusieron una toalla sobre la cara y le vaciaron una jarra de agua completa sentía que se ahogaba, y decidió decir todo lo que sabía.Los dos agentes del Mossad escucharon con atención lo que dijo, mientras uno de ellos le colocaba el silenciador a la pistola calibre 22. La mujer se veía algo contrariada, y su compañero se lo hizo notar.−¿Sucede algo?−Nada −dijo ella−. Pensaba que iba a ser más difícil.−Me tem
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Capítulo 9
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
Buenos Aires, Argentina. Luego de un poco de investigación y de sobornar a una asistente de personal en la Universidad Caece, Mark y Doris por fin tenían la dirección de la casa del doctor Hansen, alias Andrew Farnsworth, y se dirigían allá para encontrarse con él. Según la trabajadora, él no impartía clases ese día, por lo que debería estar en su casa. Era casi mediodía−¿Cómo crees que se pondrá al vernos? −le preguntó Doris a Mark, quien iba al volante de un Ford Fiesta alquilado.−Recuerda que los ayudamos a escapar. No deberían alegrarse de que los hayamos encontrado, pero tampoco considero que deban enojarse, y más con la noticia que les traemos.Recorrieron unas cuantas calles más hasta llegar a la casa indicada. Bajaron del vehículo y recorrieron los escasos metros desd
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Capítulo 10
El Efecto Parusía 2. Comienza la conspiración/Jime Alexander
La difusión del video por parte del canal Al-Jazeera hizo que el mundo entero reviviera el «efecto del niño clon», el cual se había apaciguado totalmente con el paso de los años, al no tener más noticias sobre él.Volviéndose viral, el video estaba en todas las redes sociales, así como en la mayoría de los noticieros del mundo, y todos reseñaban la amenaza que se cernía sobre los Estados Unidos y sus países aliados, a pesar de que se consideraba al Estado Islámico casi extinto y con poca o ninguna capacidad de ataque de tal magnitud.De todas formas, la amenaza disparó las alarmas en los gobiernos de Europa y del medio oriente, quienes comenzaron a ejecutar sus protocolos de prevención de ataques terroristas, y a su vez elaboraron planes de búsqueda del niño clon en sus territorios, a pesar del poco tiempo que disponían para ello.Leer más
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